MÍRAME TÚ...


Mírame tú y a la vez analiza tu conciencia,
para que veas que soy yo, no un espejismo
ni una luz parpadeante de tus sueños.

Porque vengo desnudo a tu presencia,
sin vestidos ni oropeles,
con la piel y cicatrices que tus dedos conocen,
con la herida sangrante de mi pecho
que aún rezuma por causa de un amor
que fue imposible de lograr.

Mírame bien y deja que tus ojos me penetren,
que atraviesen los temblores de mis labios
y que arranquen el suspiro que allí brota nuevamente,
que prosigan esa búsqueda incesante
en cada poro de mis venas,
en mi sangre y mis entrañas,
y que luego certifiquen que soy yo,
que es mi persona quien te habla,
quien susurra en estos versos su palabra
y te dice que te quiero,
que no importan los minutos ya perdidos,
ni los días del otoño que pasaron,
ni tampoco los veranos malgastado
pues ahora renovamos el presente.

Mírame así, como lo hiciste tantas veces,
y no abandones mis pupilas,
porque quiero que tus ojos aquí duerman,
recogidos entre ellas,
en su brillo y en sus lágrimas,
en el lago tan profundo de la noche
y en el verde de ese mar que se prolonga en el espacio.

Más si escuchas una música sin nombre, no te asustes.
Son los dedos de un poeta enamorado
que acaricia, a su manera,
unas teclas del piano en la buhardilla de mi alma
y sus notas me enamoran y transportan
a otro tiempo en el espacio,
a momentos de nostalgias
y también a este presente en el que vivo.

Y aquí estás, con tu silencio,
con los párpados bajados,
recitando como siempre mis poemas,
dando vida a las palabras que vinieron al cuaderno
y también interpretando, con tu gracia,
aquellos versos con un nombre
y con un rostro no descritos,
pero oculto tras sus letras...

Mírame tu y a la vez analiza tu conciencia,
para que puedas ver, lo que no viste en su momento
y confirmes que tu nombre estaba escrito
en tantos versos y poemas que pasaron por tus manos
y olvidaste tras haberlos recitado.

Rafael Sánchez Ortega ©
27/06/12

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