TE FUI A VER...


Te fui a ver
y me encontré con un rincón vacío,
un lugar solitario donde solamente quedaba
el recuerdo de los poetas muertos,
de las voces apagadas por el tiempo
entre los robles y los bosques,
entre el murmullo de las piedras de la iglesia
y en el musgo y la hiedra que tantas veces
fueron testigos silenciosos de nuestras
conversaciones.

Porque al final fuimos nosotros
los que descubrimos aquel lugar maravilloso,
donde nos bañamos en sus aguas de cristal,
donde compartimos las delicias de los cantos
de las aves,
donde disfrutamos contemplando a las nubes pasar
con sus formas caprichosas
y donde en un lugar cualquiera, hicimos el amor,
y se juntaron nuestros cuerpos.

Pero también fuimos nosotros
los que sentimos estremecerse a nuestras almas
y los que cerramos las ventanas exteriores
que comunicaban nuestras vidas,
los que nos recluimos en los versos
más hermosos del otoño, en aquel sueño,
que ahora, al recordarlo, siento nuevamente
que la sangre se acelera
y te veo allí, inclinada sobre el río
y con el libro de poemas en tus manos.
Te veo como entonces leyendo y musitando
en voz alta los versos rescatados por tus labios,
las letras deliciosas escritas por tus manos
y dando vida a un sentimiento que surgía
de tu pecho.

...Ha caído la noche y me encuentro con la bruma.
Sé que te fui a ver y también sé que me encontré
con un rincón vacío,
un rincón repleto de recuerdos que aún subyacen
y que laten, quizás con la esperanza
de que un día, una mano y unos labios
los rescaten y de nuevo una voz dé vida
a esos versos inmortales de tu alma
y tú vengas, nuevamente,
con tus poemas a mi lado.

Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/12

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