YO NO CONTABA CON QUE FUERA EL SILENCIO...


Yo no contaba con que fuera en el silencio
y en un día de lluvia donde te encontrara,
allí esperando y recogida,
en un rincón del soportal de la capilla.
Mirabas lejos como tratando de ver más allá
de las nubes
y las cortinas rasgada de agua que caían.
Me pregunté qué mirarías, antes de saludarte
y darte un "buenas tardes".


No respondiste y seguiste mirando a lo lejos.
Yo miré también como tratando de adivinar
lo que mirabas
y entonces vi el arcoiris asomar en la distancia.
Te miré y me miraste.
Sonreímos en una complicidad compartida,
como si por nuestra culpa hubiera sucedido aquello
y los cielos quisieran compartirlo con nosotros.


De pronto rompimos el silencio y nos hablamos.
Recuerdo que charlamos sobre el tiempo y la lluvia.
Luego sobre la gente que había en el paseo
y más tarde sobre que no habíamos coincidido nunca
en este sitio.


No sé como sucedió pero la lluvia paró su llanto
y nosotros salimos afuera
y decidimos caminar hasta la atalaya para ver a la barra.
Queríamos disfrutar de las olas,
de ese mar inmenso que asomaba tras el espigón,
queríamos embriagarnos de ese cielo amenazante
que iba dejando poco a poco retales
de azul entre las nubes.


Avanzamos a la costa cercana para ver
más de cerca a las olas
llegar y romper contra las rocas.
Nos tomamos las manos para sentirnos más seguros.
Nuestros dedos sintieron el eterno escalofrío
de las almas sedientas.
Nuestras caras se volvieron
y entonces sucedió que una ola rompió cerca
y su espuma nos alcanzó y nos empapó
con su manto salado.


Rompimos a reir y sin más nuestros labios,
cubiertos de yodo, se besaron
y así empezó el amor entre nosostros,
aunque... Ahora piense en que quizás
amar así estuvo equivocado.


Rafael Sánchez Ortega ©
11/06/12

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