COMPARTIMOS, AMOR...


Compartimos, amor, una trainera
embriagados de voces y folías,
yo miraba tus ojos en la playa
reflejar las farolas de la orilla.

Era un sueño de cantos y corales,
con sirenas llegando con la brisa,
los marinos cruzaban con la pesca
de regreso hacia el puerto, en las barquías.

Unos remos urgando en los toletes
elevaban al cielo melodías,
eran arpas mezcladas con las olas
proclamando la paz de la bahía.

Yo miraba tus ojos fijamente
y veía el salitre en tus pupilas,
me gritaban con voz desesperada
que la mar y resaca ya volvían.

Que también regresaba la galerna
con el viento de oeste tan temida,
y tras ella venía, en otra barca,
a buscarte el destino con su prisa.

Compartimos, amor, aquel momento
y bogamos más fuerte todavía,
volaban las gaviotas a la costa,
cruzando en bajamar por las marismas.

No puedo asegurar cuánto gozamos
la magia de vivir tal poesía,
amábamos el mar y a los marinos,
las calles de la villa y sus ruinas.

Amábamos, como aman los grumetes,
que llaman en la nueva amanecida,
y gritan por las calles y en portales
el ¡ale!, y el aviso de la cita.

Es el mar ese viejo compañero,
que acuna a las traineras en su quilla,
uniendo la bonanza en sus canciones
y haciendo que naveguen más tranquilas.

Compartimos, amor, junto a las redes,
el sueño más hermoso de la vida,
soñamos, embriagados de salitre,
y amamos a la mar con alegría.

Rafael Sánchez Ortega ©
08/07/12

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