TE ALEJASTE UNA TARDE DE VERANO...


Te alejaste una tarde de verano
y quedé ensimismado en mi tristeza,
yo sabía que aquella despedida
tendría consecuencias venideras.

Y llevaste tus pasos hacia el mundo
a buscar los señuelos y promesas,
de una vida quizás más sosegada
que rondaba tal vez por tu cabeza.

Yo vagué pensativo tras tus pasos
y seguí las señales de tus huellas,
hasta verte abrazar el horizonte
y perder tu figura y tu silueta.

Me quedé con mis lágrimas guardadas
y en el alma el recuerdo de tu esencia,
esa dulce mirada de tus ojos
y esa voz juvenil y tan serena.

Me quedé como quedan los amantes
que discurren en libros y novelas,
con la pena en el pecho acentuada
y el sabor agridulce de tu ausencia.

No tenía argumentos para darme
porque amar es motivo de ceguera,
y te amaba sin duda ni recelo
como aman los niños y poetas.

Una vez me dijiste que me amabas
y creí tus palabras muy sinceras,
porque yo repetía en tus oídos
esas mismas palabras con sus letras.

Yo pensé que parábamos el tiempo
para oír y charlar con las estrellas,
y escuchar de las olas cantarinas
el susurro y rumor de las mareas.

Pero fue un espejismo, solamente,
y el cristal devolvió la sutileza,
"te marchabas", dijiste en un suspiro
sin saber ni siquiera mi respuesta.

Ahora siento que el sueño ha terminado
y también tantos versos y poemas,
ha perdido mi vida la dulzura
y el candor que dejaba tu presencia.

"...Te alejaste una tarde de verano
y quedé entristecido por la pena,
yo sabía que lejos te marchabas
para ir a otros brazos prisionera..."

Rafael Sánchez Ortega ©
11/07/12

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