A VICENTE MARTÍN... (IN MEMORIAM)


(A Vicente Martín, a quien no conocí
personalmente, pero del que fui
seguidor y crítico de su obra)


Quizás no te juzgué debidamente
y fuiste una persona muy honrada,
es fácil que me invada la tristeza
volviendo hacia el recuerdo con nostalgia.

Robaste a otros labios con tus versos
los míos con salitre que empezaban,
y puede que sintiera tu victoria
con celos envidiosos en el alma.

Miraba tus poemas uno a uno,
y en ellos a tus letras criticaba,
más eras paladín y caballero
rozando con tu gracia las ventanas.

Muchas gentes leían tus escritos
y aplaudían los mismos con sus palmas,
pero tú misterioso y escondido
al silencio dejabas sin palabras.

Yo seguía escribiendo mis cuartillas
alejado del mundo y de la fama,
mientras tú cosechabas tantos premios
que la lista crecía y se alargaba.

No sentía placer por tu victoria
ni dolor por los triunfos que lograbas,
seguía indiferente mi camino
escribiendo mis versos a la nada.

Comparé tu escritura con Valente
y con otros poetas que admiraba,
y creí ver un plagio entre tus letras
de unos versos de Hierro a su montaña.

Más no pude probar con el lenguaje
lo que sólo mi instinto sospechaba,
ó quizás el producto de mis celos
entendió tus estrofas como malas.

Hasta aquí un "confieso arrepentido",
un dolor que me quema las entrañas,
un tratar de arreglar una injusticia
de un poeta que vive en la distancia.

Porque tú soñador y solitario
aprendiste latín entre las aulas,
estudiando también la teología
y los versos pacientes de las aguas.

Y aprendiste que el verso y el poema
se eternizan igual que cuando cantan,
las alondras y tiernas golondrinas
que en otoño se marchan de las playas.

Y aprendiste a vivir como un poeta
a pesar de la muerte y su amenaza,
escribiendo tus versos con cariño
a la vida que lenta se escapaba.

Hoy te encuentras por fin en el Olimpo
con los dioses, las musas y las hadas,
escribiendo el penúltimo poema
de una vida genial e inacabada.

Rafael Sánchez Ortega ©
30/07/12

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